10 de julio de 2008

9/7/08 20.44

Oscuridad, un traqueteo familiar.
La única antorcha es un cigarro que prendo.
Sudor, transpiración, inhalación, expiración.
El aire tóxico entra, sale, una parte se queda en los pulmones, los enferma, y yo sigo, sigo inhalando.
Oscuridad, pasa otro tren.
Sólo veo su recuerdo fugáz. Desaparece, no se escucha más, y yo sigo, sigo inhalando.
Caras, ojos que ven sin mirar.
Pupilas dilatadas, que amagan a descubrir otro par, en medio de la oscuridad.
No queda otra salida: oler y tocar.
Ya nadie entiende nada, entre manos mezcladas, bocas ansiosas, olores corporales
¿qué es de qué? ¿quién es quién? sólo sentidos, los más puros y animales sentidos.
Una gran orgía de sabores nuevos. Y yo sigo, sigo inhalando.
Me dejo llevar. Cierro los ojos ¿de qué sirve mirar?
Imaginación. Fotos mentales. Proceso de asociación, uno más uno, dos.
Y sin embargo, ya no entiendo nada, ya nada importa,
me dejo llevar.

LUZ! el tren vuelve a arrancar.
Todo está igual, todo simple normalidad.
¡Cómo juegan las neuronas, cuando tanto anhelan jugar!

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